domingo, 12 de junio de 2011

Primavera mayo 6

Presiento que se me ha convertido en un pasatiempo leer sin poco esmero, y es por eso, que entre tus letras encuentro consuelo.

No me ofende en lo más mínimo tu mediocridad, supuse que te demorarías exactamente dos meses para responder la última carta, y así fue. ¿Cómo lo sé? debería ser obvio para los dos; Cuando me percaté de la caneca vacía en la esquina de la calle, imaginé que habías descubierto el paradero real de tus cartas (con fecha bastante tardía, debo decir).



Y entonces, mi pequeña dama predecible, ya sabía yo que andas dormida por la pulcritud de la calle.

¿Si me necesitas? ...es lo más lógico. Sin embargo, yo también te necesito

Te desangraré cinta a cinta, mientras te ves más roja

Att: Vástago 

Primavera mayo 4

Soy yo otra vez, ¿Me recuerdas?
debe de ser difícil  para ti escribirme después de tanto tiempo. Incluso hoy, creo que nuestro antiguo  método de comunicación perderá validez, todo por la falta de emoción mutua y el desinterés obvio en el destino del otro.
Si arrojo este papel por la ventana... ¿lo leerás?, o, ¿lo lanzarás a la primera caneca que te encuentres en el camino?
Ya no estoy segura.
Por tres largos años haz estado ahí, leyéndome; buscando entre mi basura emocional algún nuevo desorden para analizar. ¡Sí, vástago! no lo puedes negar, para eso me tienes  psicólogo de pacotilla.
Pararé de escribir, no te ofendas pero es que simplemente me acabo de asquear en mi propia necesidad.
¿caneca o tu mente. Hay alguna diferencia?

Att: Cinta roja      

sábado, 11 de junio de 2011

Voz

Aquellas revoluciones sin sentido carecen de fuerza y espíritu. No transmiten el sentido de su causa... se hacen por fanatismo al hecho y no por amor al movimiento.

Hombres, esclavos  de las consecuencias, buscaran fachadas que los envuelvan. Serán  objeto de burla de los sabios, y se hundirán  en la desesperación o el llanto.

Sentirán el infierno que no soportan los falsos héroes, abandonaran su causa rápidamente ... Porque no importa cuanto lo intenten, estarán siempre presos del miedo; fanfarrones sin remedio